Mamá me decía que para tener una plantita tenía que regarla, ponerla al sol y tenerle mucho amor y paciencia. Era muy chica como para saber hacer cada cosa al pie de la letra, así que papá me explicaba paso a paso. Me advertían que no iba a poder, era muy pequeña como para lograr lo que me proponía. Pero yo sabía que no hacía falta ser grande como para hacer las cosas bien. Me decían que si les daba poca agua, ellas no quedaban satisfechas, pero si les daba más agua de la que precisaban, se ahogaban y se morían. También tenía que tener en cuenta que el sol ayudaba a su crecimiento, pero si recibía mucho sol, se secaban o se quemaban las hojas, y se morían. Tenía mucho amor para darles, pero poca paciencia, reconocía que muchas veces la molestaba a mi madre al preguntarle todo el tiempo si ya estaba, si ya había crecido, pero siempre ella me contestaba con ese mismo tono de "no molestes mas" diciéndome: -Todavía no Sofía... Pero ayer el motivo de mi gran alegría fue que al fin de aquella maceta que parecía que estaba solo rellena con tierra mojada, nació un nuevo tallito, apenas una cosa insignificante de color verde. Apenas vi tal cosa fui a buscar a mamá. Me miró y me dijo: - No te ilusiones, puede que si la descuidas se muera. Se fue y yo quedé mirando el resultado de aquello que con tanto amor, poca paciencia, quizás más agua de lo normal y poco sol extremadamente cuidado había florecido. Pero siempre sonaba en mi cabeza aquella frase: "Se va a morir, se va a morir...". Me subestimaban porque solo tenía 6 años. Pero yo les iba a demostrar que no era así, que cualquiera era capaz de cuidar una planta. Mi padre era el único que sabía a fondo como cuidar a las plantas, vivía de eso. Cosechaba todo tipo de cosas, desde tomate, lechuga y zapallo hasta romero, laurel y radicheta. Papá fue el mismo que me recomendó lo que podía cosechar. A mí me encantaba el perejil, mamá los ponía en muchas comida como croquetas, pasteles, también hacía ensaladas, en fin... de todo! Así que una buena manera de demostrarle a ella que lo que hice estaba bien, era darle aquel resultado de lo que había plantado y decirle que la utilice para algunas de sus comidas. Obviamente cuando papá me había dado a elegir yo dije que quería plantar perejil. Y así lo hice. Planté perejil y hasta ahora solo había salido apenas algo de lo que podría llegar a ser al final. Sé que no va a ser fácil, ni menos para mí porque se que no aguantaría esperar demasiado así que si no crece pronto se la dejaré a mi padre para que se haga cargo mientras que yo me dedicaré a buscar otras cosas que no me lleven tanto tiempo... Lucía Arias - 3º año
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